martes, 27 de mayo de 2014

Artículo "El país" 2014

Afectados por el Bio-Bac dicen al juez que un médico les aconsejó dejar la quimio

Primera jornada del juicio por la comercialización del falso medicamento antitumoral

Varios testigos relatan que médicos privados lo ofrecían como alternativa al tratamiento


“Nos teníamos que agarrar a algo. Teníamos un niño de 5 años y una niña de 11 y a su madre le habían diagnosticado cáncer de pulmón”. Uno de los testigos en el juicio de Bio-Bac, un tratamiento que se anunció durante años como cura para el cáncer, el sida y la hepatitis, relató este lunes cómo probó “de todo” para salvar a su esposa, María del Pilar: “Fuimos a Estados Unidos, compramos aleta de tiburón...”. Uno de los remedios a los que se aferraron fue el Bio-Bac: “El médico nos lo ofreció como alternativa a la quimio”, dijo. Pese al consejo del médico, del que dijo no acordarse — “es una etapa que intento borrar de mi mente”, aseguró—, decidieron seguir también con el tratamiento convencional. María del Pilar falleció pocos meses después.
La primera jornada del juicio, que se celebra 17 años después de que se empezara a vender el producto y 12 después de que el Ministerio de Sanidad denunciara su comercialización, permitió comprobar que algunos médicos prescribían Bio-Bac afirmando que podía curar el cáncer. María Teresa Berenguer relató el “suplicio” que vivió su marido, enfermo de cáncer de pulmón. Aseguró que Fermín Moriano, un médico que estuvo imputado en el procedimiento hasta que falleció en 2011, le aseguró que aquel producto “iba a salvarle”. Para cuando el enfermo visitó a Moriano, su caso “ya no tenía solución” y no se estaba sometiendo a quimioterapia, explicó su mujer. Ella también cayó enferma de cáncer. “Moriano me dijo que si tomaba Bio-Bac tenía que dejar la quimioterapia porque bajaba las defensas y el producto no tenía tanto efecto”. Decidió no tomarlo.
“No se preocupe que para Navidades estará usted perfectamente”. Es lo que Moriano le dijo al hermano de María del Carmen González, aquejado de un linfoma, según contó ella en el juicio. Llegaron a este médico privado por recomendación de una mujer que aseguraba que su hermana “se había curado de un cáncer” con el Bio-Bac que le había recetado. “La quimioterapia es un veneno. Yo la dejaría”, asegura que les dijo en consulta. Su hermano, padre de cinco hijos, murió a los pocos meses.
Ninguno de los cuatro acusados en el juicio es médico. La fiscalía pide cinco años y medio de cárcel para Rafael Chacón, al que acusa de fabricar y vender sin licencia Bio-Bac a 2.030 pacientes —Chacón aseguró en su testimonio que llegaron a tomarlo 10.000 y que ninguno tuvo efectos adversos ni reclamó— por un delito contra la salud pública y otro contra los consumidores. También reclama para la secretaria de la empresa dos años y medio de cárcel por otro delito contra la salud pública, el mismo que atribuye al biólogo que trabajaba con Chacón, y al entonces responsable de los laboratorios Iven, donde se elaboraba el producto.
La defensa trata de demostrar que ningún responsable de la empresa comercializadora aconsejó dejar los tratamientos. Por eso el abogado de Chacón, Francisco Álvarez, preguntó a todos los testigos si, durante las conversaciones telefónicas que mantenían con Chacón Farmacéutica para encargar el producto --que les llegaba a casa mediante un servicio de mensajería--, alguno de los empleados había sugerido o recomendado abandonar los tratamientos médicos que recibían los pacientes. Las respuestas fueron negativas. Los testigos solo señalaron a los médicos privados que les prescribieron el Bio-Bac.
Chacón insistió durante su declaración en que el Bio-Bac nunca se comercializó como un medicamento, sino como un complemento alimenticio o dietético. El Bio-Bac desapareció del mercado en 2002, tras la denuncia del Ministerio de Sanidad que se saldó con una operación de la Guardia Civil que precintó miles de frascos y dejó 23 detenidos, 13 de ellos médicos. Se llamó Operación Brujo y fue el inicio de una larga tramitación que ahora llega a juicio. En 2007 el antiguo Bio-Bac fue aprobado como complemento alimenticio bajo el nombre de Renoven. El laboratorio Geamed lo vende a 39 euros el frasco en su página web, aunque ya no le atribuye propiedades terapéuticas. "Recomendado para reforzar el funcionamiento del sistema inmune", afirma.
La historia del Bio-Bac se remonta a más de 30 años atrás. El producto procede del "descubrimiento" que el padre del acusado, Fernando Chacón, microbiólogo y farmacéutico, hizo en los años setenta: una "autovacuna de enzimas inactivas" que empezó a elaborar y a vender como fórmula magistral en su farmacia de Córdoba. En los años noventa, con el padre ya jubilado, el hijo intentó realizar diversos ensayos clínicos para comercializar el producto, al que llamó FR-90 y FR-91.
Entre los testigos que la fiscalía citó este lunes estaba Ramón Palop, subdirector general de Seguridad de Medicamentos cuando el Ministerio de Sanidad presentó la denuncia y alertó a la Guardia Civil. Declaró que Sanidad decidió denunciar al comprobar que el producto "reivindicaba indicaciones terapéuticas", por lo que se consideró que se estaba vendiendo como medicamento sin estar autorizado. "Por la información que nos constaba, básicamente la página web, se estaba vendiendo con propiedades curativas", añadió. Palop aseguró también que desconocía la tramitación previa del producto.
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/05/19/actualidad/1400527989_147860.html

Artículo "El país" 2014

El Bio-Bac se distribuía “de espaldas a la Administración”, según la Guardia Civil

El instructor de la investigación declara en el juicio que el producto se vendía en la clandestinidad

Se encontraron pruebas de comisiones a un médico y órdenes de Chacón de actuar "en secreto"


La comercialización de Bio-Bac, el producto que se anunciaba como antitumoral y como cura para enfermedades como el sida y la hepatitis, se hacía "de espaldas a la Administración" y su venta se movía en la "clandestinidad", según declaró este lunes durante el juicio el instructor de la operación de la Guardia Civil que terminó con la detención de 23 personas, 13 de ellas médicos, en octubre de 2002. Se la llamó Operación Brujo y supuso también el cese de la distribución del producto. Los agentes que entraron en el chalé de El Escorial desde el que Rafael Chacón --el principal acusado-- distribuía los frascos de Bio-Bac encontraron "25.000 o 30.000" botellitas almacenadas "en palés en las caballerizas".
El agente de la Guardia Civil explicó que, como no tenían capacidad para transportar tal cantidad de material, tomaron muestras y precintaron esas dependencias. Un par de meses después, pacientes y familiares de pacientes asaltaron el chalé y se llevaron parte del producto. La Guardia Civil detuvo a cuatro personas y paralizó el reparto que, unos días después, organizaron cerca de un centro comercial de Alcalá de Henares. Muchos pacientes y sus familiares culparon al Ministerio de Sanidad y a la Guardia Civil de haberles dejado sin el producto que tomaban para sus dolencias. El agente, entonces el teniente encargado de la operación, señaló durante el juicio que cree que existió una "connivencia" entre Chacón y los pacientes para llevar a cabo el "asalto" al chalé. 
El caso del Bio-Bac se está juzgando 12 años después de aquella operación policial. Solo hay cuatro acusados y entre ellos no está ninguno de los médicos que prescribieron el producto. La fiscalía pide cinco años y medio de cárcel para Rafael Chacón, al que acusa de fabricar y vender sin licencia Bio-Bac. Los otros tres acusados de delitos contra la salud pública y los consumidores --no de estafa-- son Consuelo Serdio, la mujer que llevaba con él la empresa; el biólogo que trabajaba con Chacón, Enrique Martínez, y el entonces responsable de los laboratorios Iven, que pese a tener licencia para fármacos veterinarios produjeron el Bio-Bac para consumo humano, Miguel Echenique.
El instructor explicó que la operación se inició en el mes de abril, después de una denuncia de la Agencia del Medicamento. Durante más de dos meses, el juez autorizó la intervención telefónica de la centralita que se se usaba en el chalé para recibir los pedidos de los clientes. "No sabíamos si allí se fabricaba el producto, pero sí que era el centro de distribución", señaló. También constataron la participación en "la red" de varios médicos. "Entendíamos que estaban ligados a esta red". Uno de los documentos encontrados durante el registro contenía pautas de actuación dictadas por Chacón, según afirmó el agente. Ordenaba "hacer el máximo de trabajos en secreto" y evitar la entrada de personas ajenas al chalé. Afirmaba querer mantenerse "en un segundo plano".
El agente destacó en su declaración el papel "clave" que jugó en la distribución del Bio-Bac el médico Fermín Moriano, que llegó a estar imputado en la causa, pero que falleció en 2011 víctima de un cáncer. "Era el buque insignia de Chacón", señaló. "El que más pacientes tenía y el que más le defendía. Muchísimos pacientes dicen que vienen de parte de Moriano. Era el alma mater desde el punto de vista médico de Chacón Farmacéutica", añadió. El abogado que defiende a Chacón intenta durante el juicio desvincular a la empresa de las actividades de Moriano. Varios pacientes han declarado que el médico les recomendó dejar sus tratamientos. La argumentación de la defensa consiste en asegurar que el producto no se vendía como fármaco, sino como complemento alimenticio, y que ninguno de los empleados de Chacón recomendó nunca abandonar un tratamiento.
Durante su testimonio, el agente leyó partes de los atestados que la Guardia Civil elaboró durante la investigación. En uno de ellos se da cuenta de un informe sobre "la evolución de beneficios que se esperaba conseguir entre 1998 y 2003". En ese último año figuraba una previsión de ganancias de 200 millones de pesetas, según leyó el agente. En otro documento encontrado durante los registros de la finca, aparecen "comisiones" a Moriano, añadió, en envíos de producto a Guatemala. 
El coordinador de la investigación relató que se detectaron dos "vías" de actuación: "Todo lo que no habían conseguido por la vía de derecho, lo hacían por la del hecho", explicó. Es decir, como se les había cerrado la puerta a la autorización legal, el producto se empezó a distribuir de forma clandestina con el objetivo de "ganar dinero". "Todo esto tiene un matiz económico fundamental", aseguró el agente. Según declaró, Chacón llegó a "autoinculparse" cuando fue entrevistado al admitir que él mismo fabricaba la versión inyectable del Bio-Bac. Citó también el testimonio de Martínez, que dijo que cuando alguien llamaba pidiéndola "Chacón se encerraba y salía con el producto terminado".
Respecto a las funciones de los otros procesados en la causa, el biólogo era la "persona de confianza", el "asesor", y Serdio actuaba más como "socia" que como "recepcionista". Acerca del papel del laboratorio, recordó que solo tenía autorización para fabricar fármacos veterinarios. "Todo el mundo sabía lo que estaba fabricando", añadió.  
Durante la quinta sesión del juicio declararon también médicos y farmacéuticos que tuvieron alguna relación con el Bio-Bac.Varios de los médicos reconocieron haber prescrito el producto a algunos de sus pacientes, pero negaron haberles recomendado que dejaran sus otros tratamientos. El Bio-Bac era un complemento alimenticio, aseguraron; no un medicamento. Uno de los facultativos, Fernando Oliver, señaló que lo había recomendado a algunos pacientes suyos después de que un amigo de su hermano, médico a su vez en el hospital Ramón y Cajal (Madrid) y enfermo de un tumor cerebral, le dijera que le iba muy bien. Relató que el Bio-Bac le había dado confianza porque asistió a una charla sobre él en la Universidad Complutense. "Al darse una conferencia en la universidad, pensé que estaba autorizado", contestó a la pregunta de si sabía si el producto se distribuía de manera legal.
Fuente:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/05/26/actualidad/1401117233_406262.html 

Artículo "El país" 2014

El fiscal pide cinco años de cárcel por el falso fármaco anticáncer Bio-Bac

Los responsables de venderlo a 2.000 pacientes van a juicio 12 años después

Según el ministerio público, dieron “una expectativa irreal” a enfermos grave


La fiscalía pide cinco años y medio de cárcel para Rafael Chacón, al que acusa de fabricar y vender sin licencia Bio-Bac, un tratamiento no aprobado y que anunciaba como cura para el sida, el cáncer y la hepatitis y sin efectos secundarios. En total, 2.030 pacientes lo tomaron hasta que, en 2002, el Ministerio de Sanidad denunció su comercialización. Entonces comenzó una larguísima investigación que ha durado 12 años y que será juzgada en mayo en Madrid. El producto está hoy legalizado como complemento alimenticio y no puede anunciar propiedades terapéuticas.
El 28 de octubre de 2002, la Guardia Civil anunció la detención de 23 personas, 13 de ellas médicos, por vender a enfermos el jarabe Bio-Bac, que se presentaba como tratamiento para enfermedades tan graves como el cáncer. El producto —“un complejo proteico procedente de la lisis de ocho cepas de bacilos”, según su prospecto— no tenía autorización sanitaria.
Sanidad denunció el producto, que se vendía contra sida, tumores y hepatitis
El ministerio, entonces dirigido por Ana Pastor, denunció la venta sin permiso. Afloró así uno de los productos más comunes contra el cáncer fuera de la medicina científica.
Cientos de pacientes protestaron contra el ministerio y llegaron a asaltar un chalé de El Escorial (Madrid) para llevarse miles de frascos que laGuardia Civil había precintado allí. Los testimonios de enfermos de cáncer cuyo estado mejoraba radicalmente gracias a Bio-Bac proliferaron. Chacón culpó entonces a un complot entre Sanidad y la industria farmacéutica para vetar el fabuloso producto, que su padre, el farmacéutico Fernando Chacón, había desarrollado en la farmacia El Globo de Córdoba. Esperanza Aguirre llegó a apoyar a los consumidores en contra del ministerio.
Se fabricaba en un laboratorio veterinario sin autorización médica
El relato que hace ahora la fiscalía es distinto. Según el escrito de acusación, al que ha tenido acceso este diario, Rafael Chacón comenzó a vender Bio-Bac en 1997 “sin haber obtenido la preceptiva autorización administrativa, y eludiendo los correspondientes controles sanitarios, generando evidente peligro para las personas que lo consumieron”. Afirma que fueron 2.030 personas “aquejadas de graves enfermedades como cáncer, sida, hepatitis y enfermedades degenerativas”.
El origen de Bio-Bac era la “autovacuna para la inmunoterapia específica de las enfermedades producidas por enzimas vivientes inactivadas” que Chacón padre había desarrollado en su farmacia y que dispensó como fórmula magistral allí hasta 1990. Incluso fue financiada por la sanidad pública. Hasta que, en 1986, Sanidad dictó una resolución “por la que se declaraba que la citada autovacuna no podía ser considerada como medicamento ni como fórmula magistral, y que no era prescriptible ni dispensable, pues no quedaba acreditada su seguridad, eficacia clínica, calidad y pureza”. Esa resolución de Sanidad fue confirmada por el Tribunal Supremo en 1992.
Pese a estos reveses, y con el padre jubilado, Rafael Chacón siguió buscando cómo comercializar su invento. “Entre 1990 y 1994 intentó la realización de diversos ensayos clínicos sobre el producto, que dio en llamar FR-90, FR-91 y FR-92 [...] y al no conseguir la autorización [...] decidió llevar a cabo estudios en el extranjero (Alemania, Bélgica y Georgia sobre el llamado FR-91 en pacientes con VIH y artrosis de rodilla y cadera), hasta que en 1997 no pudo continuar con los ensayos, habiéndolos llevado a cabo de forma incompleta e inconsistente, sin alcanzar resultado positivo sobre la eficacia y seguridad del producto”. Una de las solicitudes la presenta el laboratorio Rovi.
La defensa sostiene que era inocuo y que nunca dijo que fuese medicamento
Pese a ello, lo patenta en 1997 —trámite en el que no se revisa la eficacia o la seguridad— como Bio-Bac (llama Inmunobiol a la forma inyectable). Allí Chacón lo define como “fármaco destinado a la prevención y tratamiento de enfermedades relacionadas con síndromes de inmunodeficiencia, autoinmunidad, procesos neoplásicos, enfermedades articulares degenerativas e inflamatorias intestinales”.
Según la fiscalía, Chacón contacta entonces con un laboratorio de Madrid para que fabrique a escala industrial el Bio-Bac, pese a que es una empresa “autorizada únicamente para elaborar productos veterinarios”. El laboratorio le mandaba el producto y en su chalé en El Escorial, Chacón lo etiquetaba y lo enviaba por correo. La casa está junto a la carretera a las afueras del pueblo, pero oculta tras los árboles. Junto al chalé hay una nave de tejado verde.
El fiscal: un médico aconsejó a enfermos dejar la quimioterapia por el Bio-Bac
Entre 1998 y 2001, el laboratorio fabricó 84.000 frascos en 24 o 25 lotes, según el escrito de acusación. El negocio crecía. En 1998 reclamó “tres o cuatro lotes” y en 2001 subió hasta nueve. En octubre de 2002, la empresa tenía 22.539 frascos pendientes de remisión a Chacón.
El producto se anunciaba en la web de Chacón, donde promocionaba que “no era tóxico, que era natural, sin efectos secundarios y seguro, ‘al no contener ningún elemento que pueda dañar la salud”. El fiscal considera que “daba por ciertos datos no demostrados como que estimula el crecimiento de los sinoviocitos, y que es antitumoral y ‘actúa sobre los tumores y reduce las metástasis”. En otros casos, era más ambiguo: “Permite que el enfermo de sida haga frente a su enfermedad”, decía.

La AECC: "No hay evidencia científica"

El Bio-Bac desapareció del mercado con la operación policial en 2002, cuando la Guardia Civil precintó miles de frascos. Sin embargo, en 2007 fue aprobado como complemento alimenticio bajo el nombre de Renoven. Se vende a 39 euros cada frasco, aunque la web de Chacón ya no lo promociona con propiedades terapéuticas, en Internet sí se cita con dichas propiedades.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) lo incluye en una lista de productos alternativos sobre los que recibe consultas. “Su potencial curativo frente al cáncer u otras enfermedades es desconocido, ya que sus indicaciones se formulan por el resultado de estudios realizados en animales (y se extrapolan sus resultados a humanos), otros son estudios no controlados retrospectivos, por ejemplo pacientes con cáncer que han consumido este medicamento, pero sin hacer referencia a si durante ese periodo de tiempo han seguido o no, además, un tratamiento tradicional”. Y concluye: “No existe ninguna evidencia sólida que avale su efectividad como terapia en estas enfermedades. Las lagunas son especialmente llamativas en el caso del cáncer. Estos mismos estudios son los que avalan que es un producto no tóxico, aunque no se ha demostrado en estudios bien elaborados y estructurados”.
El propósito, según la fiscalía, era generar “una expectativa irreal sobre las posibilidades y eficacia del producto”, ya que era “un compuesto de proteínas y aminoácidos [...] que incumplía gran parte de las normas de producción, control y caracterización de un medicamento”.
Además, tenía “defectos esenciales” como que el proceso de fabricación no siempre era el mismo y “había lotes producidos con distintas cepas bacterianas, lo que resulta absolutamente insólito en la producción de medicamentos”; el límite de formaldehído en el Bio-Bac era tres veces mayor al que establece la farmacopea para vacunas; no se sometía a un proceso de seguridad viral; se producía con un extracto de carne de origen desconocido, con lo que incumplía la normativa contra las vacas locas; en un lote apareció contaminación por un hongo y dos bacterias “con el consiguiente peligro de infecciones gastrointestinales, en piel y pulmones, especialmente graves en pacientes debilitados”.
Por todo, el fiscal pide para Chacón cinco años y medio de prisión por un delito contra la salud pública y otro contra los consumidores y una multa de 295.000 euros. Para su mano derecha, la mujer que llevaba con él la empresa, reclama dos años y medio de cárcel por otro delito contra la salud pública, el mismo que atribuye al biólogo que trabajaba con Chacón, y al entonces responsable de los laboratorios Iven.
Chacón no ha querido dar su versión a este diario, pero su abogado insiste en un correo electrónico en lo que alega en su escrito de defensa. Allí afirma que Bio-Bac es un producto inocuo, niega que existiera contaminación y enumera testimonios de los enfermos que decían mejorar con Bio-Bac. El letrado, del bufete de Enrique Sánchez de León, que fue ministro de Sanidad con la UCD, sostiene que hay una serie de estudios que demuestran la eficacia de Bio-Bac y apunta a una colusión entre Sanidad y la industria farmacéutica para parar el gran invento de Chacón: “Quizá los recelos por los éxitos que estaba cosechando con su autovacuna resultaban, como poco, incómodos en la industria farmacéutica” y cita “las presiones” de esta en el ministerio. La defensa también dice que “jamás comercializó Bio-Bac como un medicamento” sino como complemento alimenticio y que nunca recomendó dejar el tratamiento convencional.
En el caso había un quinto acusado: el doctor Fermín Moriano, ya fallecido. Era un seguidor del médico alemán Hamer, que en 1995 fue denunciado en España por retirar tratamientos de cáncer a algunos pacientes. Moriano tenía consulta con él en Málaga y fue entonces expedientado por el Colegio de Médicos de Málaga. En diversas apariciones públicas, Moriano defendía que el cáncer era una respuesta del organismo a conflictos emocionales y que a menudo no hacía falta tratamiento y sobraba la quimioterapia. Un familiar de Moriano no quiso ayer comentar el caso.
Moriano, siempre según la acusación del fiscal, fue clave en el éxito de Bio-Bac e hizo gestiones para registrar el producto en Venezuela y Colombia: “Aseguraba a sus pacientes que el producto poseía una eficacia terapéutica que no había sido contrastada, y llegando en ocasiones a inducir, directa o indirectamente a algunos de sus pacientes a abandonar en todo o en parte el tratamiento convencional para sustituirlo por Bio-Bac”. El escrito de acusación cita 15 casos de pacientes a los que Moriano les recomendó que cesaran con la quimioterapia o la radioterapia para el cáncer. “En todos estos casos no se ha podido acreditar una relación de causalidad entre el fallecimiento de los pacientes y el consumo de Bio-Bac o el abandono del tratamiento convencional”.
Para Moriano, el fiscal pensaba pedir cuatro años de cárcel, una multa y la inhabilitación para ejercer como médico cuatro años. Pero la causa contra él se archivó porque falleció de cáncer el 1 de diciembre de 2011. Los casi 12 años de instrucción debidos, en parte, a los cambios de jueces, han hecho que no se siente en el banquillo. Otros médicos defensores de Bio-Bac y que fueron inicialmente detenidos, como Alberto Martí Bosch, quedaron durante la investigación sin imputación alguna.

Fuente:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/16/actualidad/1395001599_038746.html